Hacía varios días que mi marido me insistía para que viéramos "La reina del sur", basada en la conocida novela de Arturo Pérez-Reverte que yo le había regalado allá por el 2003 y que él se había leído íntegramente en español. La novela le había gustado mucho, así que le apetecía verla en la tele. Netflix la ofrecía en versión serie, es decir, un culebrón mejicano en toda regla.
No recordaba muy bien de qué iba la novela, porque no la había leído. Mi marido me ilustró en su día de qué se trataba. Empezamos y, a mitad del primer capítulo, entre disparos, contrabando, asesinatos y persecuciones, ya quería yo apagar la tele y dedicarme a algo más provechoso. Pero, tras la insistencia de mi marido para que siguiéramos viendo juntos la serie, llegué al final del primer capítulo. Y sin muchas ganas de continuar, al día siguiente empezamos a ver el segundo capítulo, que se reveló algo más llevadero y entretenido. Y cuando ya aquello empezaba a ponerse interesante y divertido, mi marido empezó a decir que aquello era un rollo, que la novela no era así, que el libro estaba mejor y patatín, patatán.... ¡Qué aguafiestas son estos hombres!
El caso es que, os lo creáis o no, seguí viendo yo solita el culebrón de la vida de Teresa Mendoza, al que ya estaba enganchadísima. Y así seguí varias noches, viendo hasta dos capítulos seguidos y canturreando yo misma el corrido inicial, que tenía muy buen ritmo y resumía a grandes rasgos lo que en la novela iba a pasar. Así hasta que metieron a Teresa en el penal del Puerto de Santa María, que fue cuando empecé a hartarme y me dio por mirar el número de capítulos que tenía aquello. ¡¡¡El culebrón tenía 63 capítulos!!!! Y yo no iba ni por la mitad. ¿Pero cuándo iba yo a ver tantos capítulos?!?!?! Decidí que todo tiene un límite y que hasta ahí habíamos llegado.
Al día siguiente, sin darle más vueltas, empecé a leer la novela, que tanto le había gustado a mi marido, alentada por la idea de que el libro era mucho mejor, como suele pasar casi siempre cuando se escribe un guión basándose en una novela.
La novela resultó, efectivamente, mucho más interesante y entretenida. Hechos que eran descritos brevemente o que no tenían mucha transcendencia, en el culebrón aparecían desarrollados al límite de lo extremo. Esto le pasaba, por ejemplo, al personaje de Fátima, que es nombrado un par de veces o poco más en el libro, mientras que en el culebrón se convierte en la mejor amiga de Teresa, Incluso se sacan de la manga un capítulo en el que Teresa y Fátima, con la ayuda del mismo Santiago, van a rescatar al hijo de Fátima a Marruecos, que estaba retenido por las autoridades marroquíes en un orfanato. Y allí, entre persecuciones, alijo de hachís que aparece como por arte de magia, robo de furgoneta, rescate de Mohamed, pelea con Yossef ( primo de Alí y oficial de policía corrupto en Melilla), muerte de no sé quién y paso de la frontera, se monta un tinglado de espanto. Si es que, haciendo culebrones, estos mejicanos son capaces de sacarle jugo a las piedras.
Y mira que Fátima era un personaje bien simpático, mi preferido. Me partía de risa con su habla y sus ocurrencias. Mora, marroquí de nacimiento y habla más andaluz que yo. En el culebrón algunos personajes están muy bien conseguidos y otros un poco menos. Para el que tenga tiempo y ganas, el culebrón engancha, pero difiere del libro.
EL LIBRO
Que conste que no me gustan las historias de narcotraficantes, gángsters, mafiosos, ni nada por el estilo, pero en cuanto cogí el libro en mis manos, empecé a leer ávidamente. La trama estaba muy bien urdida, los personajes parecían cobrar vida, las acciones estudiadas hasta en su mínimo detalle y los lugares descritos minuciosamente. La ventaja de leer un libro es que deja lugar a la imaginación, tú te creas tus propios personajes y, conociendo yo la costa gaditana, sus playas, su gente, me parecía estar viéndolo todo en primera persona.
No disfrutaba tanto con la lectura desde hacía tiempo, mucho tiempo. Yo antes leía mucho. Siempre tenía un libro entre las manos o en el bolso, pero con la maternidad había dejado de leer. No era falta de interés, era cansancio. Recuerdo que el primer libro que leí cuando Dani tenía apenas unos meses fue un libro de Baricco de unas 20 páginas. Creo que tardé en leerlo casi dos semanas. Leía una página cuando me acostaba y me dormía.
En la novela hay dos narraciones que van en paralelo: la historia de Teresa Mendoza y el relato realístico de las pesquisas del autor previas a la escritura del libro. Llamativo, pero no chocante, es que todo el libro esté escrito en español de Méjico. Expresiones y modismos mejicanos predominan en la novela. No sé si es un efecto fruto de la mano del autor o de un revisor de la editorial que ha hecho una adaptación del texto. El caso es que es un efecto voluntario y conseguido. Ahora bien, esto me hace pensar que, una de dos, o mi marido se ha enterado de la mitad leyendo el libro, ¡o conoce el español igual o mejor que yo!.
Consecuencia directa de la lectura es que me han entrado unas ganas locas de volver a visitar esos lugares con encanto de Cádiz que conozco desde adolescente, como el Cabo de Trafalgar, Chiclana, Zahara, Tarifa, de meterme en un chiringuito a comer sardinas asadas, tomarme un mojito en La Loma de Sancti Petri, comer pescaíto frito, tomarme un buen salmorejo, hasta de coger cangrejos en la Cachucha... Echo de menos mi tradicional paseíto por el casco antiguo de Cádiz, ocasión que aprovecho siempre para comprar algún que otro libro acabadito de salir de imprenta o algún premio Nadal. Este año el premio ha sido otorgado a Víctor del Árbol por su novela La víspera de casi todo. Quién sabe si lo compraré... ¡Y sin nada más que añadir, os deseo buena lectura con lo que tengáis entre manos!
UN PAR DE DÍAS MÁS TARDE...
Lo dicho, me ha dado hasta pena terminarlo. La parte final es emocionante. ¡Casi me da un infarto en la última operación!
¡Y qué ganas de volver a Méjico! De todos los países que he visitado, Méjico y Egipto son mis preferidos, los más interesantes y hermosos.
La novela me ha apasionado y el culebrón... pos pa qué os voy a decir que no, si sí ;-)
Y para cerrar esta entrada os dejo el corrido de la Reina del Sur. Que lo disfrutéis.